Si un amigo te regala un Ferrari…

Una vez, un sacerdote hablaba con un joven que estaba discerniendo su vocación. Había descubierto su vocación a la vida consagrada, pero no estaba seguro de si iba a seguirla o seguir su propio plan de vida (familia, carrera y todas las cosas a las que un religioso renuncia para seguir la Voluntad de Dios).

El sacerdote le dijo: «Imagina que tienes mucho dinero y decides hacerle un regalo a tu amigo, digamos un buen coche, como un Ferrari. Así que vas a casa de tu amigo y le dices que tienes un regalo para él y le das las llaves de este bonito Ferrari. Tu amigo corre inmediatamente al Ferrari, se sube, lo arranca y se va a dar una vuelta en el coche dejándote en la puerta de su casa». «Ese no es un buen amigo» dijo inmediatamente el joven.

El cura insistió: «¿Y si te invita a dar una vuelta pero está tan emocionado y fascinado con el Ferrari que te ignora durante todo el trayecto? Tú estás a su lado pero él está con su nuevo Ferrari». «Bueno…», dijo el joven, “yo tampoco creo que sea un buen amigo”. «¿Y si te dice: ‘vamos a dar una vuelta y te pregunta dónde te gustaría ir’?». Responde el joven: «Yo diría que con eso está actuando correctamente».

«Pero hay una opción más» dijo el sacerdote. «¿En serio? ¿Cuál es?», preguntó el joven. «Si él te dice ‘vamos a dar una vuelta donde quieras’ y, entregándote las llaves del Ferrari, te dice ‘conduce tú’».

El Ferrari es nuestra vida. Dios nos ha regalado la vida y podemos utilizarla de distintas maneras. La primera forma es hacer lo que queramos, como en el primer y el segundo ejemplo. La diferencia entre el primero y el segundo es sutil. El primero es más sincero que el segundo, ya que no pretende ser tu amigo, mientras que el segundo pretende ser tu amigo pidiéndote que estés en el coche, pero en realidad no le importas. Hay católicos que dicen creer en Dios o a veces rezan (sobre todo cuando necesitan algo de Dios) pero en realidad no prestan atención a Dios, Dios es como una persona sentada a su lado y nada más que eso.

El tercer ejemplo representa a los que intentan ser católicos sobre todo cumpliendo los mandamientos. Le preguntan a Dios «a donde te gustaría ir» y tratan de mantener la dirección de su vida hacia el cielo y no ir a un lugar diferente, que es el pecado. Sin embargo, quieren tener un control total de su vida, y por eso siguen conduciendo. Ellos deciden la ruta para ir al cielo, no importa si es la mas corta o no, la mejor o no, etc.; ellos quieren tomar la decision de como ir y no preguntan ni escuchan a Dios al respecto.

El último ejemplo son como los que oyen la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8,21), es decir, los que se preocupan por la Voluntad de Dios y tratan de cumplirla en todos los detalles, lo que significa darle la llave del Ferrari y pedirle que conduzca por donde Él quiera. Cumplen la Voluntad de Dios lo mejor que pueden, pues saben que es lo mejor para ellos, porque Dios les ama hasta el punto de dar a Su Hijo por nosotros (cf. Rm 8,31).

Homilía Diaria

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