La lógica del Evangelio

Paul Claudel cuenta esta historia en su novela «Las noticias traídas a María»:

Jacques Hury está trabajando para el padre de su prometida, Vercors, cuando ve a alguien robando leña. Jacques es un hombre recto y muy estricto. Quiere cortarle la oreja a este hombre porque cree que todo el mundo merece un castigo por sus fechorías.

Cuando Vercors, ve la situación, detiene a Jacques. «¿Qué hay que hacer entonces?» pregunta Jacques. «Enviarlo a casa», responde Vercors. «¿Con su atado de leña?» pregunta Jacques. «Y con otro que tú le darás» dice Vercors, a lo que Jacques responde: «Padre, eso no está bien». Explicando su insólita reacción, Vercors dice: «Déjame ser injusto en muy poco, para que Dios sea injusto conmigo en mucho».

Este es un bello ejemplo de una enseñanza que fue repetida por Jesús varias veces durante su vida terrena y que puede resumirse diciendo: «debemos ser misericordiosos si queremos que Dios sea misericordioso con nosotros». Por ejemplo: Perdonad y seréis perdonados. Dad y se os darán dones (Lc 6,37-38). Esta enseñanza forma parte de la lógica del Evangelio, que es totalmente contraria a la lógica del mundo.

La lógica del mundo es que beneficiamos a nuestro prójimo cuando le damos algo, cosas materiales o incluso espirituales como el perdón. La lógica del Evangelio es que nosotros somos los primeros beneficiados cuando damos algo a nuestro prójimo. Al hacer el bien a los demás, probablemente no ganamos bienes terrenales, pero ganamos bienes eternos, ya que hacer el bien a los demás tiene un peso eterno.

San Juan Crisóstomo dice que la limosna es el arte de las artes, porque bien ejercitada, en vez de construir casas para esta tierra, nos construye moradas eternas. Más aún, San Gregorio dice que en los días de nuestro Juicio Final, aquellos a quienes hemos ayudado intercederán por nosotros: «Pero si por su amistad obtenemos moradas eternas, debemos calcular que cuando damos, más bien ofrecemos regalos a los intercesores, que conceder beneficios a los necesitados» (La Catena Aurea Evangelio de San Lucas, 16).

Homilía Diaria

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