Falta de precaución

«¡Hacerse el muerto! ¡Hacerse el muerto!». Los gritos de Amie Huguenard se mezclan con el suave sonido de la lluvia golpeando la tienda y los gruñidos de un oso que arrastra a su novio Timothy desde la puerta de la tienda hacia la espesa vegetación. Es una noche cerrada y con niebla. El oso tiene la cabeza del niño atrapada entre sus fauces. Pronto lo devorará. Amie se da cuenta de que su consejo a Timothy de hacerse el muerto no ha funcionado. Ahora ella le grita «golpea al oso». Valientemente golpea al oso con una sartén, pero fue en vano, ya que el animal se alejó de ella para comerse a su novio. Después de unos minutos, el animal volvió por ella y también se la comió. En 6 minutos, todo ha terminado y el silencio vuelve a reinar en el Parque Nacional Katmai en el sureste de Alaska, EE. UU.

Ese fue el final de la vida de Timothy Treadwell o el “Grizzly Man” como se le llamó en el documental que narra su vida. Timothy había estado acampando en el mismo parque nacional durante trece temporadas. Sintió que había dominado el área. Conocía a los feroces osos pardos y sentía que eran sus amigos. Empezó a identificarlos e incluso les puso nombres como “Cupcake”, “Sr. Chocolate”, “Buen oso”, etc. Año tras año había comenzado a confiar cada vez más en la relación con estos animales salvajes. Estaba consiguiendo mejores y mejores grabaciones. Jugando con sus cachorros, cazando salmones en el río con ellos. Timothy estaba cada vez más cerca.

Timothy siempre estaba rompiendo las reglas. Ese año se quedó más tiempo de lo habitual, rompiendo así una nueva regla: el otoño es la estación más crítica y peligrosa ya que los osos se alimentan en esa época para preparar su cuerpo para el invierno. De hecho, en una carta que envió unos días antes había escrito: “algunos osos de esta zona son más agresivos de lo habitual”. La imprudencia es mala consejera. La imprudencia puede o no acabar con nuestra vida corporal como acabó con la vida de Timoteo, pero también acaba con nuestra vida sobrenatural, ya que como dice Santo Tomás de Aquino: detrás de todo pecado mortal hay una falta de prudencia.

La prudencia tiene 8 partes cuasi-integrales, y una de ellas es la “precaución”. La falta de precaución fue uno de los mayores errores del “Grizzly Man”. En nuestras acciones, el bien puede mezclarse con el mal de tal manera que muchas veces el bien es impedido por el mal y el mal aparece muchas veces bajo la apariencia del bien; por consiguiente, la precaución que nos hace elegir el bien y evitar los males es necesaria para la verdadera y perfecta prudencia.

Timothy se dio cuenta de que había un mal que debería haber evitado: los osos eran agresivos porque tenían hambre. Sin embargo, lo bueno, que era su pasión por estar entre los osos, se mezcló con lo malo y le hizo cometer un error que tuvo que pagar con su vida.

Por eso es muy importante la cautela. Debemos ser cautelosos en cada acción si no queremos dejarnos aconsejar por la imprudencia más que por la prudencia. Debemos ver la parte mala de nuestras acciones para evitarla siempre y para poder hacerlo debemos crecer en la importante virtud de la prudencia. Sin prudencia siempre nos equivocaremos.

Homilía Diaria

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