Si alguien tenía que morir, pensé que debía ser yo

En 2020, Bridger Walker, un niño de seis años de Wyoming, se convirtió en un héroe de Internet por interponerse entre un perro que corría para atacar a su hermana pequeña. El perro lo atacó a él, causándole heridas tan graves que necesitaron 90 puntos de sutura en la cara.

A pesar de estar herido, de alguna manera consiguió llevar a su hermana pequeña de la mano y ayudarla a esconderse del perro. «Si alguien tenía que morir, pensé que debía ser yo», dijo Bridger tras el ataque, según se ha informado.

Quería recordar esta historia para hablar de algo que sintió este niño de seis años y que, lamentablemente, nuestra sociedad, cada vez más egoísta, está olvidando: el sentido de la responsabilidad: «Si alguien tenía que morir, pensé que debía ser yo».

Hoy en día, la responsabilidad se presenta como contraria a la libertad y al bienestar personal, cuando en realidad es todo lo contrario. El hombre es libre porque es responsable de sus actos; por lo tanto, desarrollar el sentido de la responsabilidad es fundamental para ser verdaderamente libre.

«Los hombres y mujeres del siglo XXI estarán llamados a desarrollar un mayor sentido de la responsabilidad. En primer lugar, su responsabilidad personal, fomentando el sentido del deber y el trabajo honesto… Pero también debe haber un igual sentido de la responsabilidad hacia los demás» (Juan Pablo II, Discurso del Santo Padre en el intercambio de saludos con el cuerpo diplomático, 1/10/2000).

La responsabilidad personal significa que cada uno de nosotros debe tomar conciencia de que somos responsables de nuestras propias vidas; que cada decisión que tomamos no solo afecta al presente inmediato, sino también al futuro. En otras palabras, tomar decisiones responsables significa sopesar las consecuencias de nuestras acciones antes de elegir y no actuar según el impulso apasionado del momento, para no arrepentirnos más tarde de la decisión tomada.

La responsabilidad hacia el prójimo, que es lo que el joven Bridger sentía por su hermana, significa preocuparse por él. Esta responsabilidad no negaba la libertad de Bridger, como si hubiera dicho: «No tengo más remedio que morir por ella». Por el contrario, le hizo ver que la vida de su hermana dependía de él, y por eso decidió libremente arriesgar su vida por ella.

Las decisiones que tomamos no solo nos afectan a nosotros, sino también a quienes nos rodean. Pensemos, por ejemplo, en los padres que deciden tener hijos, pero no tienen en cuenta la responsabilidad que tienen de educarlos. Más tarde, los hijos sufren las consecuencias de no haber recibido la educación adecuada.

A lo largo del Evangelio, Jesús dejó claro en repetidas ocasiones que tenía una responsabilidad que cumplir por el bien de la humanidad y que no estaba dispuesto a abandonar esta misión en pos de su propio bienestar. Al hacerlo, nos dio un ejemplo a todos: cada uno de nosotros tiene una misión en la vida y no debemos abandonarla en busca de nuestra propia comodidad, o de lo que nos gusta, etc.

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