Pensando en mi vecino

Se dice que cuando Javier de Winthuyssen (pintor y diseñador de jardines) tenía que pintar su casa, siempre le preguntaba a la persona que vivía al otro lado de la calle qué color quería que la pintara.

Una vez, alguien le preguntó por qué hacía eso. Él respondió: «Él es quien tiene que verla todos los días; él es quien la disfrutará, por lo que es lógico que la pinte según sus deseos».
Creo que es una buena actitud que debemos imitar. Una de las consecuencias del pecado original es que tendemos a pensar solo en nosotros mismos, tendemos al egoísmo. Debemos luchar contra esa tendencia si queremos progresar en la vida espiritual.

Este es uno de los consejos que Tobías le dio a su hijo cuando estaba a punto de morir: No hagas a nadie lo que tú mismo no quieres que te hagan (Tob 4, 15). No debo odiar a los demás porque no me gusta que otros me odien. No debo ser agresivo ni conflictivo porque no me gusta que otros sean agresivos o conflictivos. No debo mentir porque no me gusta que otros mientan. Podríamos seguir enumerando muchos otros ejemplos.

También debemos considerar este consejo de manera positiva porque Jesús dijo: «Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti» (Mt 7, 12). Debo amar a los demás de la misma manera que quiero que los demás me amen. Debo confiar en los demás de la misma manera que quiero que los demás confíen en mí. Debo juzgar a los demás de la misma manera que quiero que me juzguen. Debo tratar a los demás de la misma manera que quiero que los demás me traten. Una vez más, podemos seguir enumerando ejemplos: decir la verdad, ser amable, ser generoso, ser misericordioso, compasivo, etc.

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