Pensando en lo que pensamos

Una vez, hace muchos años, le conté a mi pastor que habíamos celebrado elecciones en nuestro grupo de jóvenes y que habíamos elegido un nuevo líder. Probablemente pudo darse cuenta de que estaba muy contento por el nuevo líder que habíamos elegido, pero en lugar de preguntarme por qué estaba contento, me preguntó «¿es bueno o malo?». Respondí ingenuamente, repitiendo una frase mundana: «el cambio siempre es para mejor». «¿Estás seguro?», me preguntó. Con vacilación respondí: «Bueno… eso es lo que dicen». «Si cometes un pecado, eso implica un cambio en tu alma, ¿no?», preguntó. Asentí con la cabeza, dándome cuenta de lo que decía, y continuó: «Así que el cambio no siempre es para mejor. Siempre debes pensar en lo que piensas». Luego me explicó la idea progresista errónea que hay detrás de esa expresión.

Aprendí que hay una línea de pensamiento detrás de esa expresión que yo había utilizado, y, nunca había pensado en ello antes. Mi error es algo que ocurre muy a menudo; repetimos expresiones y opiniones que hemos oído, y que suelen parecernos razonables, sin pensar realmente en ellas. En otras palabras, a menudo creemos tener una opinión sobre algo que en realidad nunca hemos pensado, y nos limitamos a repetir lo que dicen los demás como loros.

Este problema parece agravarse hoy en día debido a las redes sociales. Recibimos mucha información a través de diferentes plataformas de medios sociales y leemos y repetimos (en los medios sociales repetir significa reenviar esa información a otros) esa información sin pensar en lo que se dice. También tendemos a creer lo que nos envían sólo porque nos lo ha enviado un amigo u otra persona que supuestamente piensa lo mismo que nosotros.

Saber realmente lo que pensamos, formarnos realmente opiniones sobre cuestiones importantes o profundas es una tarea importante en nuestras vidas. Para recorrer el camino recto hacia el cielo necesitamos tener convicciones profundas e ideas claras sobre cuestiones profundas. Si bien es cierto que la fe nos ayuda a tener esas convicciones profundas, también es cierto que podemos ayudar a nuestra fe teniendo ideas claras a nivel natural.

Es muy fácil manipular a alguien que no discierne la información que recibe. Es mucho más importante aprender a utilizar la información que recibimos, que obtener información, aunque la realidad es que hoy en día la gente quiere recibir mucha información sin ningún discernimiento. Saber muchas cosas sin discernimiento de esas cosas no es útil, más bien es peligroso ya que es fácil dejarse llevar por mentiras y juicios equivocados.

Podemos beneficiarnos del conocimiento que recibimos de nuestros mayores; sin embargo, es crucial que recibamos ese conocimiento con criterios de discernimiento. También es importante crecer en este discernimiento y adquirir el hábito de discernir cada vez que recibimos información importante que puede repercutir en nuestras vidas. Este proceso de discernimiento requiere, por un lado, que analicemos y verifiquemos la información en sí, y por otro, que analicemos y verifiquemos la fuente de la información.

Daily homily

Resound

Get new publications direct to your inbox.