Karate Kid es una película dramática estadounidense de artes marciales. La segunda parte, que se estrenó en junio de 1986, comienza justo después de que Daniel LaRusso derrotara a Johnny Lawrence en una pelea de kárate, que era el final de la primera parte de la película. John Kreese, el profesor de Johnny, muy enfadado porque su alumno perdió, le ataca en el aparcamiento justo después del combate. Rompe el trofeo de segundo clasificado de Lawrence y empieza a estrangularle. Sus otros alumnos le ruegan que pare, pero no lo hace. El Sr. Miyagi interviene e inmoviliza pasivamente a Kreese. Amenaza con darle un golpe mortal, pero en lugar de eso le pellizca cómicamente la nariz a Kreese y se marcha.
Cuando el Sr. Miyagi abandona el lugar con Daniel, su alumno, éste le dice: «Podrías haberle matado, ¿no? El Sr. Miyagi responde afirmativamente y Daniel pregunta: «Bueno, ¿por qué no lo hiciste entonces?» A lo que el Sr. Miyagi responde: «Porque, Daniel-san, para la persona que no tiene perdón en el corazón, vivir es un castigo aún peor que la muerte».
Esta es una verdad no solo con respecto a la falta de perdón, sino también con respecto a toda pasión desordenada. Las pasiones desordenadas son un castigo en sí mismas. Cuanto más fuerte es el desorden, más fuerte es el castigo. La razón es muy simple, una pasión desordenada, como el resentimiento o la falta de perdón, nos hace esclavos de esa pasión y eso es un castigo en sí mismo.
Si bien es cierto que a veces no nos damos cuenta de que somos esclavos de nuestras pasiones, y que no nos damos cuenta de cuánto nos hace sufrir una pasión desordenada, también es cierto que cuando nos liberamos de una pasión desordenada, comprendemos el fuerte castigo que esa pasión era en sí misma.
De hecho, desde el punto de vista psicológico, muchos de los problemas psicológicos de nuestra sociedad están causados por pasiones desordenadas que acaban provocando los problemas psicológicos. Por lo tanto, si no trabajamos para controlar nuestras pasiones desordenadas, esas pasiones nos hacen daño y una de las formas en que nos hacen daño es causando problemas psicológicos.
No sólo nos hacen daño a nivel humano, sino también a nivel sobrenatural, ya que las pasiones desordenadas nos hacen pecar. Por eso es muy importante trabajar para controlarlas y ordenarlas.
La mejor manera de controlarlas es conseguir virtudes. Las virtudes son los hábitos contrarios a las pasiones desordenadas. Por lo tanto, las virtudes son la mejor manera de fortalecer nuestra voluntad para educar nuestras pasiones. Si educamos nuestras pasiones y las tenemos bajo control podremos hacer libremente el bien que debemos hacer.